Hay algo casi poético en preparar café con una Chemex. La luz de la mañana atraviesa el vidrio en forma de reloj de arena, mientras el agua cae en finos hilos sobre el café, llenando el ambiente con un aroma floral y dulce. Este método de filtrado, emblemático por su elegancia, resalta la claridad y pureza de cada origen. Imagina granos de café colombiano de altura, con notas a caramelo y cítricos, transformándose lentamente en una infusión limpia y fragante. Preparar una Chemex es tomarse un momento para uno mismo: es un ritual de paciencia y cariño, recompensado con una taza suave y brillante que invita a saborear la vida sorbo a sorbo.
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