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Sifón

Preparar café con sifón es toda una experiencia digna de un laboratorio, pero al mismo tiempo, es como recrear una tradición centenaria con un toque moderno. Te transporta a otra época: imagina una elegante cafetería en Bogotá de los años 30, donde un barista con bata blanca sorprende a sus clientes con este método casi teatral. El sifón, con sus dos recipientes de vidrio y su llama danzante, extrae el café de forma suave y limpia, produciendo una infusión clara y aromática. Cada paso en la preparación se siente como un pequeño espectáculo: el agua que sube, el café que “flota” mientras se infusiona, y luego ese mágico retorno del líquido convertido en café. El resultado en tu taza es puro arte: una expresión delicada de los granos colombianos, con sabores complejos pero balanceados, y una claridad que deja brillar hasta el matiz más sutil.

Qué necesitas

  • Cafetera de sifón (también llamada vacío), que consta de dos vasos de vidrio (inferior y superior) y un mecanismo de filtro.
  • Filtro para sifón, usualmente de tela o papel especial, que se ajusta al tubo del recipiente superior. (Asegúrate de que esté limpio y húmedo antes de usar).
  • Café colombiano de especialidad, molido medio (entre medio y medio-fino; similar a la textura de la arena de playa húmeda). Cantidad: alrededor de 20 g de café por cada 300 ml de agua, ajusta según la capacidad de tu sifón.
  • Agua filtrada para la infusión. Preferiblemente agua de buena calidad para destacar las notas del café.
  • Fuente de calor: tradicionalmente un mechero de alcohol o un quemador de butano. Algunos sifones modernos usan bases eléctricas. Sea cual sea, debe proporcionar calor suficiente para hervir el agua del recipiente inferior.
  • Cuchara o paleta larga (de madera o plástico) para revolver el café en el sifón.
  • Cronómetro (opcional): para controlar los tiempos de infusión con precisión.
  • Toalla o guantes resistentes al calor: para manipular las partes calientes, si es necesario, una vez terminado el proceso.

Preparación paso a paso

  1. Monta el filtro: Humedece el filtro de tela (si es el que usas) con agua caliente y ajústalo en la parte inferior del tubo del recipiente superior del sifón. Engánchalo bien para que no se suelte durante la preparación. Si es de papel, colócalo según las instrucciones del fabricante, asegurándote de un buen sello.
  2. Añade el agua al recipiente inferior: Vierte el agua filtrada en el vaso inferior del sifón. La cantidad dependerá de cuántas tazas quieras preparar (por ejemplo, para 2 tazas medianas, unos 300 ml de agua). Inserta el recipiente superior (vacío por ahora) en el inferior, asegurándote de que encaje herméticamente con el sello. No coloques el café aún.
  3. Aplica calor y observa el agua subir: Enciende el mechero o fuente de calor debajo del recipiente inferior. A medida que el agua se calienta, empezarás a ver burbujas y vapor. Cuando el agua alcanza el punto de ebullición, la presión hará que ascienda al recipiente superior a través del tubo central. Es un espectáculo fascinante: de pronto, casi toda el agua estará en la cámara superior, sostenida allí por la presión de vapor, esperando encontrarse con el café. (Deja una pequeña cantidad de agua en la parte inferior; esto es normal y evita que se queme en seco).
  4. Añade el café en la cámara superior: Una vez el agua esté arriba y veas solo vapor en el recipiente inferior, es momento de agregar el café molido en la parte superior. Hazlo rápidamente pero con cuidado de no salpicar. En cuanto el café toca el agua caliente, revuelve suavemente con la paleta durante unos 10 segundos, asegurándote de que todos los granos se humedezcan. Verás cómo el café forma una capa marrón dorada en la superficie. Aquí comienza la magia de la infusión.
  5. Infusiona el café: Deja que el café se mezcle con el agua en la cámara superior durante aproximadamente 1 minuto. Puedes bajar un poco la intensidad del fuego para mantener el agua caliente sin que burbujee violentamente (no queremos que suba más ni que comience a descender todavía). Durante este tiempo, el café molido libera sus sabores y aceites. Notarás un aroma intenso y limpio emanando, sin amargores – esa es la pureza que el sifón aporta.
  6. Segunda mezcla opcional: Algunos baristas recomiendan revolver una vez más suavemente a mitad de la infusión (a los 30 segundos) para asegurar una extracción uniforme. Esto es opcional, pero puedes probar ambas formas y ver cuál resultado te gusta más.
  7. Retira la fuente de calor: Pasado el minuto de infusión (o el tiempo que hayas determinado, entre 1 y 1½ minutos según tu gusto), apaga o retira el mechero cuidadosamente. Ahora ocurre la magia final: al quitar el calor, la presión en el vaso inferior disminuye y crea un vacío que succiona el café de la cámara superior de regreso al recipiente inferior, pasando a través del filtro. Verás cómo el café filtrado comienza a gotear y luego fluir hacia abajo, dejando los posos atrapados arriba. Este proceso de descenso suele tomar unos 30 segundos a 1 minuto. Espera a que la parte superior esté prácticamente vacía y veas burbujas de aire subiendo por el café filtrado – es el signo de que toda el agua ha regresado.
  8. Separa las partes del sifón: Con mucho cuidado (usa una toalla o guantes si está muy caliente), retira el recipiente superior, ahora lleno de posos húmedos, y colócalo en una base segura. Ten precaución con el vapor caliente.
  9. Sirve el café: Toma el recipiente inferior –que ahora es básicamente tu jarra de servicio llena de un café cristalino– y sirve la infusión en las tazas. Aprecia el color del café: suele ser claro y brillante. Lleva la taza a tu nariz primero, disfruta la riqueza aromática sin turbidez ni amargor excesivo. Luego bebe un sorbo: notarás una textura sedosa y un perfil de sabor muy definido, donde cada nota del café colombiano se percibe con nitidez. Es, literalmente, un café de laboratorio servido con elegancia en tu mesa.

Consejos adicionales